domingo, 5 de septiembre de 2010

La vuelta a la inocencia

Hace unos días me llevé una gran sorpresa al pasear por un descampado por el que suelo pasear a mi perro, se trataba de una construcción hecha de piedras y palos los cuales formaban la figura de un barco, me acerqué y me fijé en la construcción de tan curioso barco.

Tenía un palo mayor con una vela hecha de ramas de palmera, asientos para que los tripulantes puedan acomodarse y remar cuando no sople el viento. En proa se encontraba el bauprés, que se trata del mástil que sale horizontalmente del barco, seguro que ninguno de nosotros sabíamos como se llamaba pero si tuviéramos que dibujar un velero lo podríamos. En popa como no, habían puesto su timón con su caña para poder gobernar el barco por las aguas abiertas de la zona del faro.

Unos días después, con mucha ilusión, llevé a mi hija para que lo viera, no le adelanté de lo que se trataba para que fuese mayor la sorpresa. Me llevé un chasco por que mi chiquitina no supo ver lo mismo que yo, tuve que explicarle lo que era, es normal nuestros hijos al contrario que nosotros están acostumbrados a ver las cosas tal como son, tienen de todo desde muy pequeños y casi siempre juegan con juguetes comprados en tiendas que reflejan con gran fidelidad las cosas que representan, sea una moto, un coche, espadas, muñecas. etc. Nuestra generación y sobretodo la de nuestros padres jugábamos con juguetes que nos fabricábamos nosotros mismos, las casitas las hacíamos con ramas y maderas que nos encontrábamos por todas partes. Era normal que le costase verlo, no estaba hecho de plástico y su similitud con los barcos que está acostumbrada a ver el puerto no era muy alto.

De todas formas jugamos un ratito con el y se fue animando, de tal manera que la próxima vez que fuimos, fue ella quien se acercó por propia iniciativa y se puso a jugar dentro del barco, y enseguida su imaginación empezó a florecer y se había convertido en una marinera experimentada de un barco de pesca. Al momento aparecieron al rededor del barco, delfines, pulpos gigantes y peces de diferentes colores.

Que fácil es despertar la imaginación de los niños y sin embargo nos cuesta hacerlo, siempre hay escusas para no dedicarles el tiempo que necesitan, es más fácil que jueguen con sus consolas portátiles o vean los dibujos.

Encontrar este barco ha sido una esperanza para nuestros hijos, tal vez la crisis por la que estamos pasando tenga su lado bueno, y este es que nuestros hijos trabajen mas su imaginación e ingenio y vuelvan a jugar con cosas sencillas, que un palo vuelva a ser la espada de un capitán pirata.

4 comentarios:

  1. Qué preciosidad de escrito!!!!. Me devolvió a esos tiempos en que un palo podía ser cualquier cosa, y dos palos eran más que mil cosas. Felicidades Javier!!!

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  2. Muchas gracias maestro. Me alegro que te haya gustado y sobretodo el haber conseguido devolverte a tu niñez.
    Un saludo

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  3. Que bonito, de verdad, gracias por compartir.

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  4. Syra Jiménez-Pajarero Arias12 de noviembre de 2010, 3:05

    Enhorabuena Javier. Has demostrado que, en ocasiones, de la nada se consigue un mundo. Una buena lección que nos lleva a la época en la que la imaginación y unos elementos básicos eran lo único que los niños necesitaban para jugar. Ahora, desgraciadamente, los hay que lo tienen todo y se sienten como si no tuvieran nada. Gracias a tu relato devuelves la esperanza y lo que es más importante nos haces ver que la dosis de paciencia y comprensión siempre es una buena semilla de los padres en la infancia.

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