domingo, 8 de mayo de 2016

Ganadora de la Categoría de Adultos. Ya Naydu de Rebeca Rodríguez

En nuestra cuarta convocatoria nos han vuelto a sorprender con la calidad y la cantidad de gente que se ha presentado, tenemos que confesar que hasta la última semana para finalizar el plazo, estábamos aterrados pensando que no iba a participar nadie, pero no nos habéis defraudado, ha sido la mejor convocatoria hasta el momento y estamos trabajando para que la del año que viene sea todavía mejor, con alguna sorpresa. Mientras tanto os dejamos con el relato ganador, esperamos que os guste tanto como al jurado.


Ya Naydu


Yo iba a ser su conejillo de Indias. Esa era la respuesta a algunas de las preguntas con las que salí de la institución.¿Quién era esa mujer?¿Por qué le habían permitido adoptarme, siendo tan mayor y soltera?¿Por qué me había elegido a mi precisamente?
Nada de lo que me ocurriese a partir de aquel momento iba a ser peor que lo vivido en el orfanato. Según pude averiguar, llegué allí con aproximadamente cuatro años. ¿De dónde? Eso aún era un misterio. Me dijeron que al cumplir la mayoría de edad podría solicitar toda la información que tuvieran sobre mi, pero ese sueño de saber mi procedencia, quedaba lejos. Por lo pronto sólo podía aceptar el trato que aquella extraña mujer me propuso el día que llegué a la casa:

- Cada noche, con la cena, tomarás una píldora que yo misma te administraré. Por las mañanas, Irina, mi ayudante, te tomará una muestra de sangre. No harás preguntas sobre esto ni lo comentarás con nadie. En esta casa no comemos a otros animales. Tu dieta, empezando esta noche, será vegana. Cuando salgas con amigos, tampoco tomarás ningún producto cárnico, ni alcohol. Si quieres traer amigos de visita no hay problema, pero siempre, siempre, debes avisar antes. No me llamarás mamá ni madre.¿Queda claro?

No quedaba muy claro, pero le dije que sí a todo. Si aquella pastilla me mataba, mejor. Siempre deseé morir, sobre todo en las crisis, que cada vez eran más frecuentes.

Pero ahí no quedó el trato, la mujer, con su perfecta dicción, que no conseguía disfrazar su acento soviético, me explicó también la parte buena de aquella surrealista adopción.

- Tienes tu propia zona para vivir. Nadie entrará en ella sin tu permiso. Al igual que tú no entrarás en mi zona sin el mío. Tienes dormitorio, cuarto de baño, vestidor, terraza y salón. Encontrarás un teléfono, conexión a internet, un ordenador portátil, televisión y un iphone. En el vestidor tienes ropa y calzado suficiente para la temporada. El lunes empezarás a asistir a la Scuola más cercana. Tendrás profesores de refuerzo en Química, Física y Matemáticas. Comprende que vas a heredar mis empresas y tienes que estar preparada. Más adelante te formarás como empresaria. ¿Alguna duda?
Le dije que no, pero tenía una petición que hacerle. Al cumplir la mayoría de edad, ella me ayudaría a encontrar a mis padres, a conocer mi origen. Contestó que ya lo esperaba y me dio su palabra de que así iba a ser.

Era un sueño hecho realidad. Pasé la tarde familiarizándome con el iphone. Tristemente, no tenía a quien llamar o enviar un whatsapp. Sólo había un contacto en la lista: AA.Irina. Mi "madre" adoptiva no había tenido el detalle de poner su número de teléfono. Tuve claro que amor no iba a recibir allí, pero en cierto modo, me sentí liberada. Ya era mayorcita para que nadie me sentara en su regazo o peinara mi cabello. Si no me daban cariño, yo tampoco tendría que darlo. Mejor así. La cena me resultó tremendamente repugnante. Nunca pensé extrañar la rancia sopa que nos preparaban en el orfanato. La gelatina que había de postre, alivió un poco mi sufrimiento. Cené sola, con la extraña sensación de sentirme observada. Así debía ser, porque justo con la última cucharada de gelatina, Olga, mi adoptante, entró en el comedor con un frasco que apenas contendría cinco pastillas. Depositó una sobre la mesa y rellenó mi vaso de agua. No hice preguntas. Me dio las buenas noches y se retiró tras pedirme que dejara todo recogido.

No recuerdo como llegué a la cama, ni cuando. Sólo se que aquella noche, por primera vez en mucho tiempo, no tuve ese sueño que se repetía siempre. Ese hombre, cuyo rostro veía a través de una ventanita, que gritaba sin que yo pudiera oírle, no acudió a mis sueños esa noche. ¿Sería efecto de la pastilla? Había tomado medicamentos de muchas clases y nunca dejaba de soñar con él.
Cuando Irina me extrajo la sangre, apenas noté el pinchazo. Tablet en mano, me hizo algunas preguntas sobre mi estado de salud y mi descanso. Con un lápiz táctil iba marcando algo que no alcancé a ver. Luego me trajo un desayuno a base de frutas, pan y mermeladas.

Esta rutina se repitió todo el mes. La segunda semana, empecé a encontrarme francamente bien. No me cansaba tanto, dormía bien, sin pesadillas y mi piel empezaba a perder el aspecto mortecino. Los primeros días en la nueva scuola fueron algo deprimentes. Nadie me hablaba y los recreos los pasaba sola, en un lado del patio, dibujando. Hasta que, cosas del destino, una chica se acercó y dijo conocerme. Era Elena. Habíamos compartido dormitorio por unos meses a los diez años. Al parecersu vida también había cambiado. Nos convertimos en inseparables.

Un viernes, al salir de clase, la invité a casa. Quería que viera con sus propios ojos la suerte que yo había tenido. Telefoneé a Irina para avisar. Nos recibió Olga, quien no tardó en dejarnos solas, excusándose con el mucho trabajo que tenía pendiente.

Elena, me dijo que le asombraba el increíble parecido físico que Olga y yo teníamos, cosa en la cual nunca reparé hasta aquel momento. Me preguntó qué había en su zona privada. No comprendió que yo llevase viviendo un mes allí y jamás hubiera cotilleado un poco. Insistió en que echásemos un vistazo. Irina había salido con Olga.

Sin saber como, me vi abriendo la puerta que tenía vedada. La primera estancia que encontramos, era un salón muy similar al mio. Después un dormitorio, un vestidor y un baño. Nada extraño. Pero la curiosidad y la fantasía de Elena, la mantenían repitiendo que tenía que haber algo más. Yo le rogaba que saliéramos de allí ya, que nos iban a pillar. Ella no se daba por vencido. Observaba las paredes, entraba y salía del baño al vestidor.

-Fíjate. Esta pared, es demasiado ancha. Hay un muro enorme que divide el baño y el vestidor. Un muro o quizá...-No terminó la frase. El espejo que cubría la pared divisoria, resultó ser una puerta. Elena había conseguido abrirla y se encontraba ante unas escaleras que descendían.-¡Te lo dije! Venga, ¡vamos!- Me negué en rotundo. Ya había traicionado demasiado la confianza de Olga. Elena me cogió de la mano y tiró de mi, pero me resistí. De pronto me soltó y perdí el equilibrio. Tropecé con una mesita, tirando por el suelo los objetos que había sobre ella, entre ellos, una caja cuyo contenido se extendió por el suelo. Elena se acercó para ayudarme. Recogió una vieja fotografía y una cadena con una medalla.

-Mira esto. Una foto de dos niñas gemelas y una cadena con un santo, como la que llevan en la foto ambas niñas.- Le supliqué que saliéramos de allí de una vez. Elena pareció entrar en razón. Recogimos todo lo mejor que pudimos y corrimos a encerrarnos en mi cuarto. Nos calmamos y mi amiga no tardó mucho en sacar sus conclusiones.

-Está claro. Eres su hija. Ese parecido físico, esa foto... Seguro que te robaron al nacer. Te estápreparando para contarte la verdad.

Ahora era yo la que elucubraba.

-Pero esa fotografía, parece demasiado antigua. Si fuera yo una de las niñas, la foto debería ser ya en color. ¿Y las escaleras? ¿A dónde conducen?

A Elena le fascinó lo vivido aquella tarde y se auto-invitó para la siguiente semana. Yo tomé una decisión. Esa misma noche, me negaría a seguir con la pastilla si no recibía una explicación de lo que estaba sucediendo. Cené y esperé que apareciera Olga, como cada noche. Cuando depositó la pastilla sobre la mesa y me ofreció el vaso de agua, le dije "¡No!". Se extrañó y me preguntó que quería decir con "no".

-Que me niego a seguir siendo tu conejillo de Indias si no me explicas de que va todo esto-Apartó una silla y se sentó. Parecía confusa. Yo insistí.-Quiero saber la verdad.

-¿La verdad? Mi querida niña, no estás preparada aún para saberla.

Me desconcertó su respuesta. Olga admitía que había algo que tenía que contarme.

-Quiero saberlo. Quiero saber qué es esta pastilla, quiero saber quién eres tú y sobre todo,quiero saber quien soy yo.

- Quizá te he juzgado mal y no seas tan niña. Has madurado deprisa. Contestaré a tus preguntas mañana, pero por favor, toma la pastilla. ¿No has notado lo bien que te has puesto desde que la tomas?

- No tiene que ser por la pastilla. La dieta vegana ha depurado mi sangre, las horas de sol me han ayudado.

- No malen ́kaya, si no tomas la pastilla, morirás en pocos años.

Era la primera vez que la oía decir algo en ruso. La contundencia y la tristeza con que dijo esa última frase, me hicieron callar y tomar, como cada noche aquella misteriosa píldora.

Me levanté temprano. Esperaba respuestas a mis dudas. Todo transcurrió como cada mañana, el pinchazo, las notas, el desayuno... Al acabar, Irina me indicó que Olga me esperaba en su zona. Llamé a la puerta del salón privado y no hubo respuesta. Entré. Nadie. Seguí avanzando hasta eldormitorio y encontré abierta la puerta-espejo. La voz de Olga me llamó desde abajo. La escalera no parecía ahora tan tenebrosa. Fui descendiendo poco a poco. Ruidos y olores subían escapando escaleras arriba. Había un pequeño laboratorio, con neveras, ordenadores y estanterías repletas de botes. Encontré a Olga, con una bata blanca, gafas protectoras y unos guantes. Me pidió que esperase un instante. Retrocedí, sentándome en la escalera. No tardó en sentarse a mi lado.

-Aquí es donde hago las pastillas que te doy cada noche. La fórmula es secreta. Me ha costado mucho tiempo dar con ella. Si pidiera a mi laboratorio elaborarla, tendría que dar explicaciones y no puedo. La pastilla sirve para ralentizar tu deterioro. Ningún médico dio con la causa de tus crisis, de tus pesadillas, por que es imposible que conozcan el origen. Ahora escucha con atención e intenta asumir lo que te voy a contar, ya que es la verdad, pero jamás lo cuentes a nadie o acabarás encerrada en un psiquiátrico hasta el día en que mueras.

Nací hace 60 años en una ciudad de la antigua Unión Soviética. Mi padre era un científico que siempre buscaba conocer más. Mi madre, teniendo incluso mayores capacidades que él, vivía a su sombra. Juntos trabajaron secretamente en casa, en un proyecto que cambiaría todo lo conocido, la Historia, el futuro, todo. Construyeron un artilugio y experimentaron con pequeños animales hasta conseguir el éxito. Uno de los ratones volvió, aparentemente sano y salvo.

-¿De dónde volvió?- quise saber

- No se trata desde "donde". Se trata desde "cuando". Mis padres consiguieron un salto en el tiempo. Ya se que no es fácil creerlo, pero así es y tú eres la prueba viva. No tienes recuerdos de tu infancia y durante años has tenido algo que creías era un sueño, pero tan sólo era un recuerdo de tu viaje. El ratón que volvió, empezó a envejecer más deprisa de lo normal. Murió en pocos meses. Por eso había que encontrar una solución, evitar tu muerte. Pero primero había que encontrarte.

-No entiendo nada. ¿De dónde dices que vengo?¿quién soy?

- Te llamabas Uliana Sóbolev. Eres mi hermana gemela. Tenías cuatro años cuando desapareciste. Fue un accidente. Nos colamos en el laboratorio de nuestros padres. Te escondiste en el habitáculo del artilugio al oír llegar a papá. Él estaba haciendo unas comprobaciones y activó la maquinariadesconociendo que tú estabas dentro. Hubo una pequeña explosión. Sólo tu medalla y tu ropa quedaron allí. No hubo forma de hacerte volver. Nunca supimos a donde fuiste, sólo a que año. Nuestros padres comprendieron que no vivirían para volver a verte y me prepararon para encontrarte y cuidar de ti. Estudié idiomas para poder buscarte por todo el planeta, también Química para trabajar en la elaboración del antídoto que permitiera detener tu deterioro hasta el ritmo normal de envejecimiento. He pasado la vida preparándome para encontrarte y ayudarte. Ahora ya lo sabes todo. Te enseñaré a elaborar las pastillas para que cuando yo ya no esté consigas sobrevivir. 

-Permanecí callada. Toda aquella información era imposible de asimilar. Por mi cabeza pasaron mil cosas en un segundo. Olga me mentía, así podría seguir experimentando conmigo y nunca tendríamos que buscar a mis padres. Eso era lo más lógico. Pareció leer mis pensamientos. Se levantó y fue hacia un archivador, de donde extrajo una carpeta que me entregó. Un test de ADN de ambas, concluía que compartíamos el mismo. Unas fotos de Olga a mi edad no dejaban duda de la similitud de nuestros rostros. Y al final, una antigua foto, en blanco y negro, de una familia. Los padres y dos niñas iguales. Habíamos salido idénticas a nuestra madre, pensé. Luego observé al hombre de la foto. Era él. La causa de mis miedos nocturnos. El rostro de mis pesadillas. El hombre que me gritaba sin que yo pudiera oírle. De pronto miles de recuerdos estallaron en mi mente y por fin pude oír lo que gritaba papa en mis sueños:

- ¡Uliana!¡YA naydu!- exclamé. Olga tomó mi mano y me explicó que eso significaba "te encontraré". Rompí a llorar. Entendí que no podría tenerlo todo. Siempre quise saber quien era yo y conocer a mis padres. Pero la primera cosa era increíble y la segunda imposible. Yo era una niña rusa, nacida sesenta años atrás, que ahora era italiana y tenía quince años. Mi madre adoptiva era mi hermana gemela. Como viajé en el tiempo, mi cuerpo sufrió unas secuelas y debería tomar un medicamento el resto de mi vida para no envejecer prematuramente. Mi hermana Olga sólo había vivido para encontrarme, sin tener una vida normal y feliz. Pero lo que más me dolió fue perder toda esperanza de encontrar a mis padres. Espero que lo comprendan y que no les haya resultado muy larga esta humilde... nota de suicidio. 

Rebeca Rodríguez

Ganadores del IV Concurso de Relatos de Playa Blanca


El pasado 23 de Abril se dieron los premios a los ganadores de esta cuarta edición.

Aquí os dejamos sus nombres.







Categoría Adulto

Ganadora
Rebeca Rodríguez con el relato Ya Naydu

Finalistas
Pedro Alisedo Goycoa con el relato Lo TF´s
Cristina Martínez Carou con el relato La Princesa de Papel

Categoría Juvenil

Ganador
Iván Martín con el relato La Era de los Desconciertos

Finalistas
Gara Rodríguez Díaz con el relato El caso del señor Smitch
Aimee Lewis con el relato Querida X

Categoría Infantil

Ganador
Maximiliano Valero López con el relato El descubrimiento de Pablo

Finalistas
Noah Cañada Reta con el Relato El medallón mágico
Nayra Alonso Gomariz con el relato Guerra
Cristina Alisedo Ríos con el relato El monstruito













Queremos felicitar tanto a los ganadores como a los finalistas y participantes a esta nueva edición.

Gracias a los jurados y patrocinadores, sin ellos esto no hubiese sido posible un año más.

Nos vemos en la V edición, no dejen de soñar y escribir.