viernes, 28 de abril de 2017

Ganadora del V Concurso de Relatos de Playa Blanca, categoría infantil



Siempre nos sorprendieron la categoría infantil por su imaginación y esta vez no ha sido diferente, os dejamos un lindo cuento que bien ha valido una cámara fotográfica de aventura y un bono anual al Aqualava.

En la biblioteca mágica

Érase una vez, en mil novecientos ochenta y nueve, una niña risueña y encantadora a la que le gustaba muchísimo leer, su nombre era Catalina. Una lluviosa y grisácea mañana de septiembre en la que la tormenta y el viento no dejaban de sonar, Catalina decidió pedirle a su madre si la dejaba acercarse a la biblioteca, ya que en la calle no se podía jugar y se aburría de estar encerrada en casa. La madre, que se llamaba Dolores, accedió gustosa sabedora del placer que sobre su hija ejercía la lectura, los libros la hechizaban.

Catalina comenzó a caminar rumbo al mágico edificio que almacenaba los preciados libros, cuando a tres calles de su casa se encontró con su amigo Rubén, que volvía hecho una sopa tras atender varios recados de su madre. Rubén, al ver a Catalina caminar sin prisa bajo su paraguas en medio de un día tan desapacible, comenzó un pequeño y cansino interrogatorio, que no cesó hasta obtener los resultados deseados y nuestra protagonista aburrida de tanta pregunta acabó por confesar el objetivo de su paseo.
Catalina, con tono bromista le dijo a su amigo - ¿te vienes? -, pero la respuesta de Rubén hizo que la sonrisa se mudara en perplejidad – sí, me apunto – y así fue como Catalina, con su cara de asombro y Rubén continuaron caminando hacia la biblioteca.

Al atravesar por fin la puerta del edificio y librarse del viento y la lluvia, se dieron cuenta de que eran los únicos niños a los que se le había ocurrido salir de casa para leer un rato. Todo parecía muy raro, Catalina había estado en la biblioteca infinitas veces, pero nunca se había visto sola, siempre se había encontrado con gente que había acudido a leer, buscar libros, pelis, música o a la sala de informática. 

De repente notaron cómo los libros se movían. Rubén al ver que un libro estaba a punto de lanzarse desde la estantería corrió para rescatarlo y se lo pasó a su acompañante quien tras notar que del libro salía una luz se quedó estupefacta y boquiabierta, pero sin una pizca de miedo.

No le había dado tiempo a girarse para mirar a Rubén cuando sorprendentemente salió del libro una especie de ser diminuto con cuerpo de mil letras y se les presentó diciendo que ella era un hada de los libros. Decía que había miles como ella en todas las bibliotecas, una para cada libro e incluso podían vivir dos en un mismo libro si éste era muy largo.

Su trabajo consistía en darle magia al libro, hacerlo interesante y conseguir así, que tanto niños como adultos se divirtieran y disfrutaran hasta terminar amando la lectura. 

También les contó que cada hada era distinta, cada una tenía su propio nombre y su propia personalidad. Incluso llegó a confesarles, que algunas hadas eran muy juguetonas y traviesas y se divertían haciendo pequeños hechizos sobre aquellos que leían los libros en que ellas habitaban, consiguiendo que la persona se interesase tanto en la historia que no desease hacer otra cosa salvo leer para poder terminar el libro y conocer el desenlace.

Catalina y Rubén estaban fascinados, un hada les estaba hablando, les estaba contando secretos…… Ahora podían entender por qué había personas que siempre viajaban, iban a la playa o llevaban un libro bajo el brazo, al fin entendían por qué algunas noches ellos mismos preferían leer a dormir y sus madres tenían que acudir varias veces a pedir que, soltaran el libro, apagasen la luz, todo tenía sentido.

Cada instante que pasaban con aquel ser mágico se sentían más afortunados, ¿por qué se les había aparecido el hada a ellos? ¿por qué les había contado ese fabuloso secreto? Tanta era su curiosidad que Catalina no pudo contenerse y le preguntó al hada – si vosotras siempre estáis ahí escondidas, ¿por qué te has dejado ver por nosotros? -, el hada los miró sonriente y con su voz dulce les dijo – sois especiales, habéis desafiado el temporal y habéis venido a la biblioteca, nuestro “gran palacio” ……mirad alrededor, no hay nadie sólo vosotros, así que las hadas hemos decidido haceros un regalo, os hemos dado el secreto de la magia de los libros. Tras decir esto y lanzarles un beso con polvos mágicos el hada desapareció.

Desde ese día Catalina y Rubén volvían a visitar los días con mal tiempo la biblioteca para llevarles a las hadas dibujos y mensajes bonitos hechos por niños y mayores que agradecían a las hadas la lectura.

Claudia Castizo

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